Declarar a Rob Ford como el peor alcalde del mundo no sería lo más atinado. El título seguramente se lo pelearía algún burgomaestre afgano acostumbrado al pillaje y al desorden con uno que otro presidente municipal mexicano coludido con el narco. Lo justo sería afirmar que Ford se ha ganado con creces la reputación de ser el edil más vicioso y políticamente incorrecto en todo el orbe. 

La huella dejada en la prensa confirma sus conductas: consumo de sustancias ilegales (crack incluido), comentarios racistas, violencia conyugal, debilidad por la cerveza y el vodka (dentro o fuera de la oficina), homofobia, acoso sexual, amistades con pandilleros y negativa de cooperar con la policía. Pululan los alcaldes con comportamientos éticos reprobables, pero con todas estas credenciales, es un hecho que la más alta figura pública de Toronto juega en otras ligas. Sin embargo, Rob Ford no ha sido un caso más del político lleno de virtudes que, una vez llegado al poder, ha sucumbido ante las tentaciones terrenales. Al contrario: ha actuado así toda la vida.  

foto: nationalpost.com

Árbol (canadiense) que nace torcido…

Nacido en 1969 en Etobicoke, aglomeración del oeste de Toronto, Robert Bruce Ford creció en una familia acomodada gracias a las imprentas del padre. Durante la secundaria se distinguió por razones muy específicas: comportamiento violento hacia sus compañeros, talento para el futbol americano, amor por la cerveza y facilidad para vender marihuana. Se inscribió en la carrera de ciencia política en la Universidad Carleton, pero volvió a su localidad meses después. En el año 2000 decidió seguir los pasos políticos de su padre, otrora legislador en Ontario. Sin embargo, Rob Ford eligió la política municipal, ocupando el puesto de concejal en Toronto de 2000 a 2010, representando a su natal Etobicoke.

Poco meses antes de estrenarse como político, Ford fue detenido por conducir ebrio. No le quedó otra opción que realizar horas de trabajo social y, en algo que convertiría en costumbre, minimizó el incidente y prometió tener un comportamiento ejemplar. Entre 2000 y 2002 ocupó varias veces los titulares en los noticieros debido a sus polémicas declaraciones en las reuniones municipales. Lo mismo criticaba los gastos de la alcaldía en campañas de concientización del VIH que arremetía contra los concejales que deseaban aumentar el número de albergues para indigentes. También desde esa época se le atribuían comentarios de mal gusto sobre los homosexuales y respecto a varios grupos étnicos.

En abril de 2006, Ford agredió verbalmente a una pareja en las gradas de un partido de hockey de los Maple Leafs. La policía no tuvo más remedio que invitarlo a abandonar el recinto. Posteriormente, en marzo de 2008, la esposa de Ford acusó al político por violencia y amenazas proferidas en el hogar de la pareja. Semanas después las autoridades cerraron la investigación porque juzgaron que los dichos de la cónyuge carecían de solidez.

A principios de 2010, Ford anunció su candidatura a la alcaldía. Al principio, miles de citadinos tomaron con sorna el proyecto del político, pero poco a poco fue subiendo en las encuestas. En las elecciones de octubre del mismo año triunfó con cerca del 47% de los votos. Los analistas de todo Canadá no lo podían creer: un candidato con pocas credenciales y con una larga lista de escándalos vencía con holgura a rivales de mayor experiencia y con hojas de vida intachables. ¿Acaso un número importante de electores había perdido la razón? Las explicaciones políticas dependen sin embargo de factores más terrenales.

¡Mi gallo es Ford!

El primer elemento que explica el éxito electoral de Ford es la fusión que el gobierno provincial conservador realizó en Toronto en 1998. Otrora una ciudad con cerca de 800,000 habitantes, la capital de Ontario se unió con cinco distritos vecinos, dando lugar a una metrópoli de casi tres millones de personas. Con dicho cambio, una gran base de votantes provenientes de los suburbios se convirtió en el factor que inclinaría la balanza. Y en esas zonas Ford encontró a sus más fervientes defensores. La prensa ha utilizado el término “Ford Nation” para nombrar a los habitantes de esos suburbios.

foto: torontolife.com

La “Ford Nation” define a barrios de clase trabajadora cuyos pobladores se sienten alejados de la tendencia elitista del núcleo de Toronto: cristianos practicantes y enemigos de la diversidad; simpatizantes de la cultura del esfuerzo y del hablar sin rodeos. Así, vieron con buenos ojos a un candidato que no ocultaba su gusto por la cerveza, que se daba tiempo para dialogar con ellos en la calle, que entrenaba a un equipo juvenil de futbol americano los domingos, que salía en televisión jugando a las vencidas con el luchador Hulk Hogan y, sobre todas las cosas, que anunciaba un combate sin merced contra los derroches de los fondos públicos, además de un plan para bajar los impuestos.

...and that explains a lot / foto: urbantoronto.com

El equipo de campaña de Ford se dio cuenta que la mayor preocupación entre los electores era el gasto del gobierno. Así, pusieron en marcha una estrategia basada en las promesas de recortar impuestos -tales como la tasa de tenencia vehicular y de la venta de propiedades inmobiliarias-, en reducir al personal de la alcaldía y en vigilar con sigilo cada dólar pagado por los contribuyentes.

Se le podría llamar de varias maneras, pero “populismo libertario” es una buena definición de lo que Ford ha empuñado como bandera. La fórmula no tiene desperdicio: cantarle canciones de amor a las billeteras de los electores, alejar al Estado con un crucifijo con ajos y dejarse guiar por un líder que sucumbe ante las tentaciones mundanas, que lanza peroratas en el cabildo y que bromea con los ciudadanos en las aceras.

populismo libertario, versión zombie / foto: thestar.com

El éxito de Ford tiene que ver también con lo que odia. Desde las entrañas de Canadá, tolerante y socialmente responsable de acuerdo a su imagen en el exterior, aparece un importante sector ciudadano que se opone a la intervención estatal, a la diversidad en todas sus formas y al cuidado del medio ambiente. Pareciera que Texas queda demasiado al sur, pero los triunfos en cadena de Stephen Harper, primer ministro conservador desde 2006, y fenómenos como el de Ford invitan a pensar que Canadá es un país con millones de electores a la derecha del espectro político. Aunque Ford no es sólo política conservadora al por mayor. Sus escándalos han ocupado los titulares en la prensa mucho más que sus acciones como edil.

“Nada me han enseñado los años / siempre caigo en los mismos errores”

El primero de diciembre de 2010, Rob Ford tomó posesión como alcalde de Toronto. Se puso manos a la obra y comenzó a recortar gastos por doquier, sólo que nadie podía imaginar el tsunami que se acercaba, específicamente por el carácter y las debilidades del edil. No era sorpresa observarlo deambular por el centro de la ciudad, completamente borracho, y las redes sociales daban cuenta que una foto con el alcalde, entre risas y aliento alcohólico, formaba ya parte de las atracciones turísticas citadinas. Los excesos no sólo tenían lugar en las barras de los bares y en las aceras, sino que en algunas ocasiones el político fue visto de madrugada ingresar a su oficina con botellas de vodka. En marzo de 2013, Sarah Thomson, funcionaria de la alcaldía de Toronto, acusó a Ford de tocamientos y violencia verbal. La policía desestimó los cargos.

Pero la verdadera bomba estaba apenas por estallar: el 6 de mayo del 2013, el diario Toronto Star informó de la existencia de un video en donde se veía al alcalde consumiendo crack. El político sólo declaró a los medios que dicha grabación no existía. Poco tiempo después, comenzó a circular en internet una fotografía de Ford rodeado de algunos pandilleros y con quienes supuestamente había fumado el derivado de la cocaína. Finalmente, la policía informó que pudo obtener el video y que, en efecto, Ford aparecía en las imágenes fumando crack.

el alcalde se divierte, toma 1 / fuente: thestar.com

El 11 de noviembre de 2013, más de seis meses después de que se hizo pública la existencia del video, Ford reconoció ante los medios que había fumado crack, aunque declarando que lo había hecho sólo por estar completamente ebrio. Su respuesta, a pesar de la gravedad del asunto, duró apenas unos segundos; el tiempo suficiente para comentar que se había equivocado, que lo sentía mucho y que era ya el momento de pasar a otras cosas.

Los adversarios de Ford no escondían su rabia por el comportamiento y, sobre todo, por el cinismo del político. Sin embargo, una encuesta realizada días después de la confesión del alcalde indicaba que el 49% del electorado lo apoyaba a pesar de los escándalos, cifra sorprendente si se toma en cuenta que Ford ganó la alcaldía con un 47% de los votos. Podían más en esos momentos las reducciones en el gasto público y la baja de impuestos que los esperpentos del edil. Después de todo, Ford triunfó en las urnas no a pesar de sus excesos sino, en cierta medida, gracias a que éstos siempre fueron públicos, declarándole la guerra a la rectitud política. Cuentas en Facebook y Twitter manifestaban el sentir de una buena parte de los habitantes de la urbe: “Es nuestro alcalde y lo apoyaremos siempre”; “Será un sinvergüenza, pero no un ladrón”, entre otras frases más. Sólo les faltó apropiarse de los versos que Rodrigo Bueno le cantaba a Maradona para justificar las francachelas del 10: “Si Jesús tropezó / ¿por qué él no habría de hacerlo?”.

Los concejales de Toronto buscaron remover a Ford pero sin éxito. Las leyes canadienses no lo permiten a menos que el jefe municipal sea condenado por un crimen, cosa que aún no sucede con el edil. Ford continuó apareciendo en otras grabaciones, siempre en estado de ebriedad, insultando a oponentes políticos con frases cargadas de violencia. El 30 de abril de este año, el periódico The Globe and Mail difundió fotografías extraídas de un nuevo video en donde se veía a Ford fumando otra vez crack, pero en esta ocasión en casa de su hermana. La situación resultaba ya insostenible, pero el alcalde no renunció. 

el alcalde se divierte, toma 2 / fuente: the globe and mail

El primero de mayo anunció que abandonaría el cargo durante dos meses para someterse a un tratamiento de rehabilitación. También declaró que se presentaría a la reelección.

Enésimo mea culpa, campaña y enfermedad

El primero de julio, a su salida de un centro de rehabilitación, Ford retomó su trabajo y concedió una entrevista a la televisión pública canadiense. Por enésima ocasión, el alcalde ofreció disculpas a la ciudadanía, aceptó haber consumido en el pasado todo tipo de drogas (heroína, hongos alucinógenos, crack, cocaína) y subrayó que en realidad era otra persona muy distinta a lo que videos y fotografías han mostrado. También comentó que no ha colaborado con la policía cuando ha sido requerido debido a los consejos de su abogado.

Ford se involucró con tesón en su campaña para buscar la reelección, aunque sufriendo por momentos los reclamos de diversos ciudadanos, hartos de ver que su alcalde es una celebridad mundial pero no por las mejores razones. Algunos miembros del equipo de la exitosa campaña de Ford en 2010 anunciaron que no lo apoyarían en su nueva aventura, por lo que el edil no dudó en buscar nuevos estrategas. Uno de ellos era Ben Johnson, el ex velocista olímpico sancionado de por vida por dopaje.

En una encuesta publicada a principios de la campaña, el alcalde aparecía técnicamente empatado, con cerca de 27% de las intenciones de voto, con Olivia Chow -ex parlamentaria federal por el Nuevo Partido Democrático y viuda de Jack Layton, uno de los políticos más admirados de la historia canadiense- y con John Tory -empresario y ex líder del Partido Conservador en Ontario-. Sin embargo, otra encuesta realizada a principios de septiembre mostraba que Tory subía con rapidez (42%) y que Ford se estancaba (28%).

rob y doug ford / foto: thestar.com

El 10 de septiembre las cosas dieron un giro inesperado: Rob Ford informaba que le había sido detectado un tumor en el abdomen y que por dicha razón abandonaba la campaña. Unos días después, los médicos comunicaron que se trataba de un tumor cancerígeno. Doug Ford, hermano menor del alcalde y también concejal en Toronto, tomó la estafeta de la candidatura. A pesar de que Rob Ford comenzó un tortuoso tratamiento contra su enfermedad, anunció que se presentaría como candidato a concejal, una vez más, por su natal Etobicoke.

El pasado 27 de octubre, John Tory se impuso en las urnas con un 40.2% de los votos. Doug Ford se ubicó en segunda posición, con un 33.7% del total, realizando una campaña bastante decorosa. Como era de esperarse, Rob Ford fue elegido como concejal para representar a Etobicoke en el cabildo de Toronto, sacándole 47 puntos de ventaja a su más cercano perseguidor, como prueba del imán de Ford entre sus vecinos. Tory tomará posesión como nuevo alcalde en los primeros días de diciembre. A pesar de ello, muchos habitantes de la ciudad no digieren que las ideas de Rob Ford hayan contado aún con tantos apoyos, además de que el político se retiró de la contienda no por sus acciones, sino por razones médicas. Horas después de su triunfo en Etobicoke, Ford declaró que, si la enfermedad no se lo impide, buscará presentarse de nueva cuenta dentro de cuatro años como candidato a la alcaldía de la mayor metrópoli de Canadá. El tiempo dirá si la salud del político, el desempeño del nuevo edil y la fuerza de la “Ford Nation” le permitirán cumplir con su promesa.

foto: thestar.com

Jaime Porras Ferreyra, periodista
porrasferrey@yahoo.com 
@porrasferreyra